Recuerdo el asalto de unos bandidos a una caravana de enfermos.
Recuerdo el derramamiento de sangre.
Recuerdo a aquel pobre anciano loco.
Le devolví el mapa y le di unas monedas. Mi mayor riqueza es el hogar.
De repente un grito agudo, como salido de algún lugar infernal.
- Despierta hijo mio.
- Despierta te digo.
De repente miro a mi alrededor y me encuentro dentro de una cueva donde, desde una hermosa cascada, no deja de caer agua cristalina. En las paredes hay engarzadas piedras preciosas y una brillante luz plateada ilumina toda la zona.
Dirijo mi mirada al lugar de donde proceden y veo acercarse al anciano de la caravana pero esta vez algo me resulta diferente.
- Hola hijo mío. Tengo algo que pedirte.
Una oleada de imágenes inunda mi mente. Fuego. Muerte. Campos inundados por una marea de seres infernales. Mi pueblo, mi gente, aniquilados.
- No hijo mío. Soy tu única esperanza. Y de algún modo tu eres la mía.
- Todo eso que has visto aun no ha pasado pero podría pasar. O quizá esté pasando y se podría haber evitado.
- Como es posible? Cuando te vi todo estaba en paz.
- ……
- ……
- Y que pretendes hacer?
- Yo no puedo intervenir, me está prohibido. Pero ahí es donde entras tú. Serás mi paladín, mi representante, mi avatar. Deberás enfrentarte a…
- Y porque no? Como decía, deberás enfrentarte a numerosos peligros, tanto exteriores como interiores.
- Lo sé, pero no irás solo. Otros como yo han enviado a sus agentes.
- Otros como tú?
- Pero mi familia…mi mujer…mi hijo….
De repente me desperté en un campamento rodeado de gente desconocida con la misma misión que yo.
Es un Humano semidragón clérigo.
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