Personajes: Wusull (II)

viernes, 22 de mayo de 2009

En una de estas expediciones, se toparon con otro grupo de bárbaros que tenian el mismo objetivo, la caza, asi que se retaron para decidir que tribu era mejor. Con la motivación del reconocimiento los dos grupos aceleraron el paso caminando prácticamente paralelos realizando batidas en busca del trofeo.

Tempus tenia otros planes para estos jóvenes intrépidos, conocedor de la importancia del renombre de la tribu para los jóvenes, decidió ser el mismo quien les plantearía los retos, que a su entender eran necesarios para ganarse el respeto y el beneplácito del dios.

Hordas de orcos aparecieron a su paso, luchando espalda contra espalda todos los jóvenes se apollaban en la lucha, a sabiendas de que el respeto no era lo único que estaba en juego. Un poderoso chaman decantaba a su antojo la balanza de la batalla, siempre que los jóvenes adquirian una posición ventajosa el chaman se encargaba de volver a desequilibrar la balanza a su favor. Wusul a sabiendas de que el chaman era el objetivo principal intentaba incansablemente acceder a una lucha cuerpo a cuerpo con el, pero siempre se topaba con una espada en medio del camino, los orcos aunque poco organizados igualaban la contienda con su numero y la resistencia que otorgaba su raza.

Los jóvenes bárbaros mermados por el cansancio y los incontables cortes de los cuales no cesaba la regata de sangre iban cayendo uno tras otro sumiéndose en el sueño eterno. Tres eran los guerreros que aun permanecían en la contienda, pero no por mucho tiempo ya que prácticamente estaban rodeados, su ultima opción era sesgar las máximas gargantas posibles antes de ser abatidos, conscientes de ello solo les basto una mirada para adivinar los pensamientos que surcaban sus cansadas mentes.

Un grito de cólera rompió el tintineo de las armas, la proclamación de alguien que sabe que su destino es la muerte se alzo sobre todos ellos. Después se produjo la carga de los 3 bárbaros, apoyándose unos a otros y a sabiendas de que lo mas importante era igualar la contienda se lanzaron sin miedo a sesgar la vida de cualquier enemigo que se interpusiera en sus pasos, sin pensar en las heridas que los pudieran producir el resto de enemigos por la espalda, esas heridas eran lo de menos si conseguían sobrevivir.

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