Sesión 07: 2a parte

lunes, 1 de febrero de 2010

Seguimos por donde lo dejamos, tras superar la sala del obelisco.

Sala B15. Guarida de los perros intermitentes

Varios olores animales saturan el aire de la sala, el suelo cubierto de huesos a medio roer y trozos de armadura cubren toda la sala excepto una esquina.

Tras mirarse un poquito la habitación y llegar a la conclusión que se trata de la guarida de algún tipo de animal, siguieron avanzando.

Sala B16. Salón de lo divino

Construída con bloques de marmol blanco y un suelo de granito pulido; os encontráis ante una sala que rebosa paz. En el centro de la misma hay una estatua de una celestial portando una lanza. La lanza os llama la atención, ya que no parece parte de la escultura, parece real.

Tras detectar magia y ver que, efectivamente, la lanza era mágica, se internaron en la habitación. Ésta, al detectar el mal en uno de los personajes, activó sus defensas, invocando a dos lamparcontes y dos perros intermitentes.

Por suerte, la intervención de Hermenegildo hizo que los seres luminosos se fueran sin luchar y les entregaran la lanza de buen grado.

Sala B17. Perros intermitentes atrapados

Antes de entrar en la sala, notáis miedo, mucho miedo. Pero en cuanto la puerta se abre del todo, el efecto se disipa y salen corriendo de dentro tres perros intermitentes, que, al veros, se lanzan sobre vosotros.

De nuevo, las habilidades de Hermenegildo hicieron que los perros siguieran su camino, mas calmados y sin ganas de luchar.

Sala B18. Sala de Fuego

Un calor opresivo sale de la sala, que en su centro guarda un cofre.

Galad se internó en una sala, que al notar presencias vivas, le descargó una gran cantidad de bolas de fuego. Él, gracias a su inmunidad, consiguió avanzar entre los bolazos sin ningún tipo de problema, rescatando un pergamino del interior del cofre.

Sala B19. Habitación de la peste

Aquí, lo que os asalta al abrir la puerta es un fuerte hedor a putrefacción, y al mirar al interior véis que la sala está cubierta de un sospechoso gas verde. En el centro aguarda otro arcón cerrado.

Vahl, miró la sala, descubriendo de dónde salía el gas e inutilizando el mecanismo, así pudieron entrar sin ningún tipo de problema a rescatar el pergamino.

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